sábado, 24 de septiembre de 2016

La megafusión Bayer Monsanto


Por Raúl Dellatorre (*)) Después de varios meses de especulaciones y negociaciones reservadas, finalmente el 14 de septiembre se hizo publico que Monsanto había aceptado la oferta de Bayer, por 66 mil milllones de dólares, para adquirir la empresa. El emporio alemán en el mercado de farmacéuticos incorporaría así a su campo de control a la mayor empresa global en el negocio de agroquímicos y semillas. 
Según el comunicado oficial, “el objetivo está en cómo alimentar a tres mil millones de personas más que habrá en el mundo en 2050 en una forma sostenible con el medio ambiente”. Sin embargo, detrás del mega acuerdo aparecen otras cuestiones más ligadas a la preocupación por el control de un negocio multimillonario y no tanto a la alimentación o al medio ambiente.
Antes de la megafusion de Monsanto y Bayer, se habían producido otras dos grandes operaciones de concentración en el negocio de agroquímicos. Con diferencia de pocos meses, Dow Chemical se quedó con DuPont y la asiática ChemChina hizo su ingreso al mercado occidental absorbiendo a la suiza Syngenta. La alemana BASF fue la única que quedó dando pelea en solitario frente a los tres nuevos gigantes que se erigen en el mercado. 
Pero la reorganización del negocio también afecta a otros eslabones de la cadena de agroalimentos e insumos. Las tres megafusiones del último año impactan en el negocio de semillas y agroquímicos. Pero hubo otras que tendrán efectos de alcance mundial no menores en los rubros de fertilizantes y maquinaria agrícola.
La fusion de Agrium y PotashCorp dio lugar a la formación de la mayor empresa de fertilizantes a nivel global. Esta operación habría apurado a Bayer en la compra de Monsanto, para no perder el tren. La firma alemana no solo se dedica a fabricar y promocionar su famosa aspirina, sino que diversifica su negocio desde la producción e investigación en los más diversos rubros farmacéuticos, hasta las semillas, pesticidas, abonos y desarrollos en ingeniería genetica. De cualquier modo, la adquisición de Monsanto implica que el negocio de semillas y agroquímicos pasará a ser el predominante.
Otro movimiento significativo previo a esa fusión fue el acuerdo que John Deere, primer fabricante de maquinaria agrícola a nivel mundial, llegó a concretar con Monsanto, en 2015, para comprarle la subsidiaria Precision Planting, dedicada a la elaboración y recolección de datos agrícolas. El Departamento de Justicia de Estados Unidos paró la operación señalando que ambas empresas, unidas, pasarían a controlar el 85 por ciento del mercado de cultivos de precision, en perjuicio de los agricultores de ese país. Esa importante subsidiaria quedará ahora en manos de Bayer, si no sucede que nuevamente las autoridades regulatorias se opongan.
Y es que el rubro maquinaria agrícola ya no es solo tractores y cosechadoras, sino que incluye drones, robótica y sistemas GPS que colectan datos de humedad, clima, presencia de insectos, hierbas y todo lo que habite en el campo. Según los especialistas, cada vez es más evidente que quien maneje esta información sera quien tenga el control de los primeros pasos de la cadena agroalimentaria. Y el control de las semillas, agroquímicos y fertilizantes, será su complemento.
Aun asumiendo el costo del mal nombre que tiene Monsanto en Europa, vinculado al glifosato y a las semillas transgénicas, la alemana Bayer dio un gran paso en esta batalla, sin confiarse por ello en que el resto se quede quieto. Su objetivo es pelear por la porción principal de la renta agrícola mundial, en una carrera que, por volumen y manejo de eslabones estratégicos, ya afecta la soberanía, y no solo alimentaria, de países productores y consumidores.
 

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