miércoles, 26 de octubre de 2016

Dibujos inéditos de Berni: de Monzón a la dictadura

CASI 400 OBRAS DESCONOCIDAS DEL PINTOR
El arcón del arte puede guardar sorpresas. Dibujos desconocidos de Antonio Berni, por ejemplo. Y entre ellos una cuantiosa serie de trabajos sobre la última Dictadura argentina. Sus referencias son inconfundibles: militares uniformados que amarran y golpean gente en las calles mientras el Ford Falcon espera en el margen de la hoja; figuras apresadas en celdas y calabozos; escenas explícitas de tortura. Hasta los llamados “Vuelos de la muerte” tienen lugar en esta crónica plástica de terrorismo de estado que Berni mantuvo, probablemente por miedo, en el sigilo. Colores rabiosos –que recuerdan por momentos a los expresionistas alemanes que pintaron el nazismo- y desasosiego en el trazo: un grito mudo en medio del silencio forzado.
Pero no sólo eso había en el "arcón". Un depósito, una carpeta: casi cuatrocientos dibujos inéditos de Antonio Berni –uno de los artistas fundamentales de la plástica argentina de todos los tiempos- hallados de manera azarosa e inesperada. La procedencia de los papeles sigue siendo información confidencial, pero este miércoles más de la mitad de ellos llegan a las paredes del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires. Revelaciones sobre papel, la muestra curada por Marcelo Pacheco, será entonces una oportunidad única para apreciar, como nunca antes, que Berni fue además del singular pintor y grabador que conocíamos, un dibujante compulsivo, expresivo,y ante todo, versátil.
No por fortuito fue el hallazgo menos significativo: entre los papeles que Pacheco organizó e identificó a pedido de un fondo de inversores convocado por Amparo Díscoli -directora de la galería Cosmocosa- hay de todo. Tintas, acuarelas y hasta óleos sobre papel conviven con geniales garabatos a fibra, fotomontajes y lápiz. Casi sesenta años de producción de un artista prolífico que dibujó en todos los momentos de su vida, que atravesó además gran parte del agitado siglo XX. Desde escenas familiares y estudios de taller hasta el Mayo del ´68, pasando por la muerte del Che y las exploraciones por el espacio; todo convivió durante años en esa carpeta olvidada que una inminente mudanza invitó a encontrar en el depósito de una casa. Se trata entonces de un hallazgo que no sólo tiene un inconmensurable valor plástico sino también histórico.

Revelaciones sobre papel no es sólo una de las pocas, sino por mucho la más grande de las exhibiciones de dibujos de Berni que hayan podido verse, tanto en vida como después de la muerte del artista. Y sólo cuenta con algo más de la mitad de los dibujos encontrados. Para garantizar un abordaje ordenado de las obras Pacheco los dividió en nueve ejes temáticos, muchos de los cuales se reiteran en la producción de Berni; entonces cada uno de ellos permite apreciar el desarrollo de las búsquedas plásticas del artista a través de toda su carrera. También sus obsesiones.

Que a Berni le fascinaban los ojos queda evidenciado en los numerosos retratos, uno de los ejes temáticos presentes en la muestra. Una especie de hegemonía de la mirada impera en todos esos rostros: desde los mesurados “retratos burgueses” –algunos de los cuales el artista realizaba por encargo- hasta los estudios más íntimos y menos convencionales que hacía -a lápiz, a tinta, a rabiosos fibrones- de su mujer y su hija. Todos dejan en evidencia su pasión por las fisonomías. También lo hacen sus bocetos, donde manos, orejas, piernas o globos oculares proliferan, sueltos, por el blanco de la hoja.
 También los paisajes se reiteran y cambian. De trazos enfáticos y espontáneos están hechas sus vistas de Santiago del Estero, suerte de crónica visual del viaje que el artista realizó en la década del 50 por algunas provincias argentinas. En ellos la soledad se condensa en algunos yuyos ralos y la aridez en el grafito que Berni elige para representar esos territorios. Muy diferente es el tratamiento que confiere al paisaje en su serie Mar del Plata: de las vistas austeras y algo melancólicas del interior, Berni pasa con soltura a representar la opulencia de las casas más ricas del balneario (que durante la primer mitad del siglo XX fue inconfundible símbolo de status de la alta sociedad porteña).

Más allá y más acá de su célebre Ramona Montiel, son conocidas sus escenas de burdeles y desnudos femeninos. Sorprende sin embargo por su más “alto voltaje” el hallazgo en la carpeta de una serie de papeles eróticos “no aptos para todo público”: humanos y animales extraños participan en ellos de bacanales y orgías, y forman parejas más grotescas que sensuales.

La serie sobre Carlos Monzón es una curiosidad histórica. Dibujos de pocas líneas que parecen –por su planteo espacial y gestual- abrevar en el cómic, llevan al extremo la versatilidad de un artista que se movía con igual comodidad entre las estéticas más disímiles, porque siempre lograba hacerlas propias. Los dibujos a fibra –en los que se ve a Monzón y al venezolano Rodrigo Valdez -su contrincante- arriba del ring en azules, rojos y amarillos, fueron un encargo que “Gente” realizó al artista en 1977, e ilustraron la cobertura que la escritora Silvina Bullrich también realizó para la revista de la última pelea del boxeador argentino.

Mención aparte merecen sus dibujos políticos. Joven afiliado al Partido Comunista, su militancia había sido siempre conocida y manifiesta. No sorprendió entonces el hallazgo, entre estos papeles, de soldados de la milicia republicana durante la Guerra Civil Española, campesinos de la guerrilla de Corea o apuntes del Mayo Francés o la Masacre de Tlatelolco en México.

Dibujante voraz, los papeles de la muestra revelan que Berni fue mucho más que un pintor que bocetaba. La imagen en papel fue para él apunte, pero también un discurso en sí mismo, que desarrolló con soltura y desenfado. De ahí la inmediatez de algunos trazos, contra el gesto más acabado de otros. En todos, el toque sutil de la ironía: aquello que hace que sus camaleónicas imágenes resulten siempre, sin embargo, inconfundibles.

por Julia Villaro

Informacion Adicional:

 Quièn es Antonio Berni
(Rosario, 1905 - Buenos Aires, 1981) Pintor argentino. Tras un período de búsquedas en Europa, cuya etapa más singular fue el aporte expresionista, Berni se inclinó hacia el realismo, poniendo su pintura al servicio del ideal humano y social.
Sus dotes artísticas le llevaron, a la temprana edad de diez años, a ingresar como aprendiz en un taller de vidrieras policromadas. En el taller aprendió las primeras nociones de dibujo, disciplina que cursó más tarde también en Rosario. A los quince años Berni ya tenía muy claro cuál era su vocación y realizó una primera exposición con paisajes y retratos que le valieron la consideración de niño prodigio.

Fue invitado a exponer hasta cuatro veces, en Rosario y en Buenos Aires, antes de recibir una beca para realizar un viaje de estudios a Europa. Con veinte años, Berni llegó a Madrid y dedicó tres meses a recorrer España: Segovia, Toledo, Córdoba, Granada y Sevilla, ciudades monumentales cargadas de historia en las que tuvo la oportunidad de conocer las obras de los maestros españoles (como El Greco, Francisco de Zurbarán, Velázquez o Goya), que sin duda impresionaron al joven artista.

Tras este primer contacto con el Viejo Mundo, Berni llegó a París en febrero de 1926. En esta ciudad, que todavía era la capital del arte, el joven pintor descubrió las vanguardias y se inició en algunas de las técnicas (grabado y collage) y los estilos (Fauvismo y Surrealismo) que conformarían su obra futura. Recibió clases de pintura del neocubista francés André Lothe y del fauvista Othon Friesz, que ejercieron gran influencia en su estilo, y aprendió la técnica del grabado con Max Jacob.

En estos años frecuentaba el círculo de artistas argentinos conocido como el Grupo de París. Conoció al pintor Lino Eneas Spilimbergo, con el que trabó una sólida amistad que les llevaría a colaborar en muchos proyectos a lo largo de sus vidas. En 1929 tomó contacto con el círculo de los surrealistas a través del escritor Louis Aragón, amigo suyo y que ejerció una gran influencia en el pintor. La obra de Berni se fue decantando claramente hacia este estilo y hoy se le considera como uno de los primeros artistas latinoamericanos de estilo surrealista. Desde París realizó una serie de viajes a Italia, Holanda y Bélgica.

En 1930 volvió definitivamente a su país natal, donde se encontró con su amigo Spilimbergo y con el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros. Juntos recibieron el encargo de realizar un mural en Rosario (Mural Botana, 1933). Tras esta enriquecedora experiencia, el estilo pictórico de Berni se decantó claramente hacia una pintura comprometida, consciente de una realidad muy distinta a la que había dejado en París; un estilo conocido como realismo social narrativo, característico de todo el continente americano, aunque con marcadas diferencias entre los distintos países.

Se instaló en su ciudad natal, Rosario, una ciudad con una vida cultural muy activa. En esta década de 1930, Berni desarrolló una gran actividad política: tomó parte importante en la creación de la Mutualidad de Estudiantes y Artistas Plásticos y se afilió al partido comunista. En 1933 fundó el grupo Nuevo Realismo, desde el cual se realizaron proyectos artísticos cargados de intención política que convertían lo cotidiano en objeto de la obra de arte.

Viajó por todo el país para conocer la realidad social e investigar la vida cotidiana de su entorno, hasta que en 1936 se instaló definitivamente en Buenos Aires, donde comenzó a dar clases de dibujo en la Escuela Nacional de Bellas Artes, actividad que compaginó desde entonces con su labor creativa. En este periodo fue nombrado presidente de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos, institución a la que siempre estuvo ligado.

Para entonces ya era un artista consagrado y recibió el encargo de realizar un mural, junto con su amigo Spilimbergo, para el pabellón argentino de la Feria Mundial de Nueva York (Agricultura y Ganadería), al que siguieron los de la Sociedad Hebraica, realizado en 1943, y el de la Galería Pacífico, de 1946. Simultáneamente realizó una importante serie de retratos de su mujer y su hija Lili, que sin duda denotaban un giro en su obra hacia un periodo de introspección que le llevó en la década de 1950 a adoptar un estilo expresionista, de tintes dramáticos, que desembocó en una serie de paisajes urbanos en los desaparecía la figura humana.

En la década de 1960 retomó su interés por retratar los personajes que le rodeaban como instrumento para hacer crítica social. Su estilo conservó el carácter expresionista, pero fuertemente influido por el Pop Art y el realismo social. En este periodo creó dos personajes: Juanito Laguna y Ramona Montiel, ambos de los bajos fondos; él, de los suburbios de Buenos Aires, y ella, de los más sórdidos ambientes parisinos.

Las series protagonizadas por estos personajes retratan con gran agudeza de observación, y desde un punto de vista crítico, episodios de la vida cotidiana. La técnica predominante es el collage, tanto el tradicional collage "matérico" (realizado a partir de materiales de desechos) como el fotomontaje. En estas series (además de la mencionada, realizó dos más tituladas La Luna y Los monstruos, así como un conjunto de retratos populares), Berni alcanzó una gran calidad plástica y un estilo muy personal en el que retomó la estética surrealista. En 1962 recibió el Premio Internacional de Grabado y Dibujo de la Bienal de Venecia.

En la década de los setenta realizó una serie de trabajos escenográficos y decorativos, así como ilustraciones y colaboraciones con revistas, tanto nacionales como extranjeras. Los medios gráficos, que siempre habían interesado a Berni y en los que se manejaba con maestría, fueron un importante canal de distribución de su obra. Continuó con sus series populares y creó nuevos personajes como La difunta Correa, que llegó a convertirse en un mito popular. Su pintura seguía dominada por la técnica del collage. En sus últimos años realizó una serie de esculturas.


Fuente: biografiasyvidas.com
Publicado en Días de Historia

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