miércoles, 28 de diciembre de 2016

El trillado camino al helicóptero

28/12/2016 Por Horacio Rovelli
Cuando Fernando De la Rúa asumió la presidencia de la República Argentina el 10 de diciembre de 1999 ya el plan de convertibilidad estaba agotado, la combinación perniciosa de atrasar el tipo de cambio, altas tasas de interés y la más amplia apertura a las importaciones y al ingreso y egreso de capitales benefician al capital más concentrado, financiero y comercial, perjudicando severamente al mundo de la producción y el trabajo.

La tasa de desocupación se incrementaba mes a mes, se entraba en una recesión mayúscula (incluso profundizada por la “tablita” tributaria de José Luis Machinea, primer ministro de economía del gobierno de la Alianza), los déficit fiscal y comercial alcanzaban porcentajes del PIB significativos, y todo ello se enjuagaba con un permanente endeudamiento, hasta que inexorablemente,  llega un punto en que los acreedores dicen esto no va más y tratan de salir de los bonos argentinos.

El gobierno de la “Alianza” desesperadamente coloca en el ministerio de economía al padre de la criatura, Domingo Felipe Cavallo, aquel hombre que tanto servicios le había dado al gran capital con los seguros de cambio y la transferencia de la deuda privada al pueblo argentino durante la dictadura militar, para lanzarse a ejecutar el plan de estabilización y transferencia de ingresos a favor de los que más tienen en general y al capital extranjero en particular con el gobierno de Menem llamado “Convertibilidad”, proponiendo, en su segunda gestión ya con De la Rúa, un canje de los títulos de deuda nacional, el 4 de junio de 2001, extendiendo su vencimiento a cinco años de plazo, para lo que reconoció tasas del 18 al 22% anuales en dólares y contratando los excesivamente caros servicios de David Mulford, ex subsecretario de economía de los EEUU.

Por supuesto que semejante dislate de financiar a tasas exorbitantes el déficit fiscal y comercial no podían terminar de otra manera que en la cesación de pagos. La historia la conocemos y su triste final en los aciagos días del 19 y 20 de diciembre de ese año, en que el Presidente De la Rúa declaro el Estado de Sitio y desató una feroz represión sobre la población indefensa costando 39 muertos reconocidos, decenas de heridos y cientos de apaleados por las fuerzas de defensa y seguridad pagadas por el mismo pueblo.

De la Rúa huyó en el helicóptero mientras los ciudadanos que estaban en la Plaza de Mayo sostenían que se vayan todos.  Todos los que habían implementado los planes de estabilización y ajuste, de endeudamiento y permiso de fuga de capitales para beneficio exclusivo de una minoría y en perjuicio del pueblo argentino.

Han pasado 15 años, la historia oficial no habló más de ello, como trata de no hablar de los “desaparecidos” y de la apropiación de sus hijos, de los bombardeos a civiles, de la Guerra de las Malvinas, de la matanza a los originales de estas tierras y de las montoneras, de las represiones obreras y de la Patagonia Trágica y de cuanta oposición y enfrentamiento tienen cuando la población se rebela.

El comienzo del fin del gobierno de la “Alianza” fue la derrota en las elecciones intermedias, paradójicamente y ante la falta de consciencia y organización, el único camino que le queda a la más amplia mayoría para demostrar la inconformidad y la necesidad de un cambio.  Los sectores beneficiados que lo saben siempre buscan alternativas en los partidos políticos, en esa época era el peronismo en la figura de Eduardo Duhalde, ahora tratan de que sea Sergio Massa, esto es ya preparan el recambio, si lo que tratan es que las cosas no se salgan del lógico (para ellos) encadenamiento de los hechos, y a los que sacan los pies del plato el más cruel de los castigos.

Mauricio Macri tras más de un año de gestión demostró su ineptitud, y sus ministros son tan ineptos como él. Prat Gay no fue la excepción, comenzó diciendo que no iba haber inflación porque los empresarios ya descontaban un dólar a 13 pesos o más, sin comprender que el grueso de los precios se referencian con el dólar comercial oficial; luego el 16 de diciembre de 2015 tras anunciar pomposamente el fin del “cepo cambiario” soñaba con ingresos de no menos de 20.000 millones de dólares en pocas semanas más, cosa que no ocurrió y si se endeudaron en el año para pagarle a los fondos buitres y para financiar el monstruoso déficit fiscal por casi el doble de esa suma;  prosiguió dando a conocer un déficit fiscal de la gestión anterior que no fue cierto, para terminar su gestión con un déficit en las cuentas públicas nacionales de $ 544.000 millones (unos U$s 34.500 millones) que es el 6,8% del PIB.  También se incrementó fuertemente la desocupación abierta, el PIB cae en un año por encima del 3%, se cierran empresas, las economías regionales languidecen y la tasa de inversión desciende por debajo del 18% del PIB.  Finalmente “fantaseaba” con brotes verdes y recuperación económica bajo el riego de las “lluvias de inversiones” del segundo semestre de este año 2016.

Todo eso en un año de gestión, obviamente que debería pedírsele la renuncia a él y a todo el equipo de economía, empezando por el Presidente del BCRA, los funcionarios de energía, comercio, industria, agricultura, obra pública, etc., etc., solo para hablar de la administración en esa faz, pero en lugar de ello, el Presidente Macri en una vuelta  más de lo mismo, divide el inexistente ministerio de hacienda y finanzas en jerarquizar al otro ex JP Morgan, Luis Caputo, como ministro de un ala, y en la otra a Nicolás Dujovne, éste es más conocido como un comentarista de derecha liberal en el diario de igual ideología en que escribía, y por ser cuñado de un socio menor que tiene por estas pampas, el futuro presidente Trump, pero sin más aspiraciones que defender y fundamentar teóricamente el trillado camino al helicóptero de De la Rúa.

En efecto, incapaces de comprender la importancia de la defensa del mercado interno y del trabajo nacional, y con el pretexto de la productividad, la flexibilidad laboral y la extrema necesidad de ser competitivos para ingresar a las cadenas globales del comercio internacional que nos ignoran, siguen por el camino de abrir nuestro comercio, favorecer el ingreso de capitales y valorizarlos financieramente mediante LEBAC o títulos públicos de deuda, y enjuagar todo con nuevos y mayores endeudamientos, y cuando los acreedores duden de la capacidad de pago del país, someterse servilmente a los planes del FMI y del Banco Mundial (que son su garantía).

El problema para estos muchachos es que fruto de su impericia los tiempos se acortan, afuera les creen menos y no le van a volver a prestar los más de U$s 45.000 millones de este año, máxime si los EEUU siguen subiendo la tasa de interés interna de ese país que es la moneda en que nos endeudamos, y si pierden las elecciones del año 2017.  Paralelamente no pueden ajustar el gasto público antes de las elecciones de medio término, por ser la única variable que no se reduce cuando si lo hacen las exportaciones, la inversión y el consumo.

Víctimas de sus conjuros, dependen cada vez más el ingreso de capitales como le pasó al gobierno de la Alianza, para defender un modelo rentístico a favor de una minoría parasitaria y especulativa (a la que todos los CEOs de este gobierno pertenecen), y esa dependencia se hace cada vez más costosa y a más corto plazo, ya no alcanzan la masa de los LEBAC que iguala a la cantidad de billetes y monedas emitidos (Base Monetaria), ni el destinar cada vez más porcentajes del presupuesto nacional para pagar esos intereses (en desmedro de la obra pública, la educación y la salud, por ejemplo), a un ritmo a veces más rápido y otras veces más lento se dirigen al precipicio en que deben enfrentar sus limitaciones y egoísmo que los caracteriza, ya no habrá canjes de títulos de deuda, por eso mientras ingresan dólares los sectores más beneficiados los compran y los fugan, tarde o temprano ese el fin, los de Prat Gay es una anécdota más, como fue Machinea o López Murphy para la Alianza.

También ya está preparado el helicóptero y Sergio Massa. 


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