Por E. Raúl Zaffaroni *
Si es verdad que para ser filósofo no debe
perderse la capacidad de asombro, quien quiera ser filósofo debería vivir en
nuestro país. El realismo mágico –como denominación– se inventó en otro lado,
pero como realidad florece aquí con singular entusiasmo.
El balance de hechos sobre el “caso Milagro” lo
verifica: 1) El Superior Tribunal está integrado por los diputados oficialistas
que horas antes votaron su ampliación. 2) En el penal asesinan al sobrino de
otro preso que denuncia que se lo torturó para obligarlo a declarar contra
Milagro. 3) En una noche se allanaron 21 domicilios particulares de gente
humilde. 4) Se reactivó un proceso contra Milagro por una agresión al actual
gobernador en 2009, sin prueba alguna de su participación. 5) Se intentó
impedir la publicidad de las audiencias de debate. 6) Se sanciona y amenaza a
los defensores, hasta por apelar. 7) Un fiscal y un juez “no diligentes” contra
Milagro, en curso de remoción. 8) Un fiscal dedicado a la persona de Milagro, como
una sección del Ministerio Público. 9) El desopilante proyecto de consulta
popular de 13 insólitos legisladores jujeños, que agravian a todos los
organismos internacionales, borrando de su memoria la visita de la Comisión en
1979.
Más asombro provoca la cobertura mediática de
esto: 1) Noticias falsas: retiro de dinero del banco, destinado a pagar
sueldos, mostrado como corrupción. 2) Una “clonación” de procesos en que se
inventan hasta homicidios. 3) Se le atribuye “riqueza”. ¿Acaso Milagro tiene cuentas
extranjeras y empresas panameñas? Vive como todo argentina merece,
decentemente, pero nada más. 4) Se secuestran 12.000$ a una compañera de
Milagro, que son parte de su sueldo, y se fotografían los billetes en los
diarios oficialistas. 5) Un enemigo imputa a Milagro maltrato a niños, cuando
ha criado a varios “hijos del corazón” como ella los llama y todos lo saben. 6)
Clarín publica un artículo discriminatorio contra la abogada de Milagro,
pintándola como una niña de doble apellido, rubia y distinguida. A “contrario
sensu”: ¿Sólo los pobres pueden defender a los pobres? ¿Los demás seríamos
“traidores de clase”? ¿Acaso “Clarín” se volvió trotskista?
Esa cobertura mediática oculta que los
comedores, escuelas e instalaciones deportivas creados por la “Tupac Amaru”
están siendo desactivados, como también las condiciones de detención de
Milagro. Es una presa “preventiva” y, no obstante, controlan su
correspondencia, escuchan sus llamadas telefónicas, cortan su comunicación con
un periodista, prohíben las fotografías.
Lo único que podría ser viable es averiguar si
hubo una eventual administración desprolija, lo que se prueba con documentos,
prueba que Milagro no podría impedir ni dificultar después de casi un año de
detención preventiva. No debe haber en el país otro preso preventivo imputado
de administración fraudulenta, que es un delito excarcelable, como cualquier
abogado sabe.
Es clara la explotación de prejuicios racistas,
de clase y de género contra Milagro. Pero eso solo no explica su detención “a
disposición del poder ejecutivo”, porque el Gobernador lo reconoció: “A esta
mujer no la voy a soltar”. Lo que realmente horroriza a quienes quieren una
sociedad de 30% incluido y 70% excluido, es que una mujer pobre, militante,
india y morena, organice a los excluídos y los desafíe.
Pero el nivel de asombro rompe el termostato,
porque la Argentina del realismo mágico hizo crecer a Milagro: de una digna
dirigente local pasó a ser un nombre central en el panorama nacional y
trasciende hoy a lo internacional: se ocupan de ella la Comisión
Interamericana, el secretario general de la OEA, el Comité de la ONU, el papa
Francisco, el Premier de Canadá, el presidente del Uruguay, y lo insólito llega
dicho o sugerido por la cobertura mediática: son todos “kirchneristas”.
Alguien dijo que lo espantoso no está allí en
beneficio propio, sino que genera espacio para que lo grande pueda hacerse. Y
Milagro no lo buscó, no quiso ser figura de dimensión regional y hasta mundial:
lo espantoso la colocó en ese lugar.
Un poder local perdió de vista la dimensión de
sus actos, cegado por prejuicios, irritado y con pánico a la organización y al
desafío de los humildes, comandados por una mujer, india, militante, morena. Y
ahora nadie sabe qué hacer.
La canciller, que conoce de organismos
internacionales, balbucea que es una cuestión provincial, cuando sabe de sobra
que no es cierto, que ante el derecho internacional responde el Estado
nacional.
Quizá encuentren la salida: tal vez una decisión
de la Corte Suprema que le reconozca a Milagro los fueros parlamentarios, o tal
vez una cautelar interamericana, aunque eso no resuelve el problema de los
otros compañeros presos.
Pero el temor es fuerte: Milagro expresa no sólo
el discurso de los excluidos, sino el de nuestros originarios, de la Pachamama,
de la religiosidad popular, de 500 años de sometimiento. ¡Qué miedo! ¡Tienen
hasta un discurso! ¿Cómo los negros pobres excluidos e indios pueden tener un
discurso que armoniza con fuertes corrientes de reclamo mundial?
¿Y Milagro? ¿La Milagro de carne y hueso?
Primero se deprime, no entiende bien qué pasa. Y luego se debate en el drama de
quien se vuelve líder. No lo buscó, pero lo espantoso la puso en ese lugar. Su
inconsciente se resiste a aceptar que son muchos más los que dependen de ella,
que ya no son sólo sus compañeros jujeños. Es una carga pesada: es el peso de
su propio discurso, que encarna el reclamo de muchísimos más, que le exigen “no
aflojar”. Y su resistencia inconsciente va cediendo, empieza a aceptar que
pierde parte de su espacio existencial, porque un colectivo gigante y nunca
imaginado, le reclama asumir el rol en que la puso lo espantoso.
Y se la ve fuerte en ese rol, lo va asumiendo,
supera la depresión del desconcierto, sale de a poco del asombro, con la
resignación de quien no lo buscó, pero lo determinó con su conducta, aunque el
resto lo haya hecho la Argentina del realismo mágico, con la que no había contado,
como nadie podía hacerlo hasta hace unos meses. ¡Como para no ser filósofo en
nuestro país! ¡Qué grande es nuestra Argentina, incluso en sus mágicas
mezquindades!
* Profesor Emérito de la UBA.
Fuente: Página 12