Roberto Caballero interpela todas y cada una de
las medidas que tomó el macrismo en 2016. La brutal transferencia de ingresos
de las clases populares a la élite dominante mediante una devaluación del 40
por ciento, la reducción de las retenciones al campo y a la minería, la
recesión con inflación, la destrucción de empleo y el deterioro del poder
adquisitivo, el tarifazo en los servicios públicos, el ascenso de la pobreza y
la indigencia a niveles impactantes, la persecución revanchista hacia el
kirchnerismo, el desguace de la ley de medios, el pago a los fondos buitres, el
alineamiento carnal con los Estados Unidos y la multiplicación de la deuda
externa son puntillosamente desmontados y explicados, no como desaciertos
coyunturales, sino como piezas de un plan destinado a revertir la batería de
conquistas democráticas de los últimos años en beneficio de las corporaciones,
con aval del poder mediático y judicial y un sector de la política que se
desacopló de la esperanza ciudadana.
Después del bestseller Galimberti (en coautoría
con Marcelo Larraquy), de la fundación de Tiempo Argentino y de haber superado
la censura que quiso imponerle el nuevo gobierno, Caballero vuelve implacable
al formato libro a través de una selección de los mejores editoriales de
Caballero nocturno, el programa que conduce por Radio del Plata, convertido en
un verdadero fenómeno de audiencias en tiempo récord.
A continuación, un fragmento a modo de adelanto:
Clarín es Clarín (5 de mayo de 2016)
Hoy pasaba por el kiosco y me sorprendí con la
tapa del diario Clarín. Sé que muchos de los que nos escuchan ni lo leen o no
le dan demasiada importancia. Uno le da relevancia a lo que sucede en la tapa
de Clarín porque buena parte de la agenda informativa que se construye a diario
tiene que ver con la tapa de ese matutino, con los enfoques y la línea
editorial que ese diario propone para tratar los temas, las cosas que pasan. Es
una especie de gobierno invisible que los periodistas entendemos muy bien.
Cuando uno amplía esa mirada, quizás no todos se puedan percatar de que mucho
de lo que aparece en televisión o de lo que se escucha en la radio tiene que
ver con la predominancia que tiene ese diario sobre lo que nosotros definimos
como agenda.
Clarín no te dice cómo tenés que pensar, su gran
eficacia pasa por otro lado y es, en realidad, que ellos ponen el marco: cuáles
son los temas que hay que tratar. Son dos cosas distintas. Vos vas a escuchar a
Jorge Lanata que dice: «La gente opina como quiere, no le hace caso a Clarín».
Y la verdad que en eso, cuando lo dice así, si vos tomás el recorte, puede
llegar a tener razón. Ahora, seguramente a la gente la hacen opinar sobre los
temas que instala Clarín. En la ciudadanía, algunos tienen una mirada más
crítica y otros no, y asumirán que el título del diario es la verdad absoluta,
pura e incuestionable. Lo que no es cuestionable es eso, la predominancia, la
capacidad de generar agenda que tiene el diario del grupo monopólico.
La tapa de Clarín de hoy dice: «Cae el consumo y
las segundas marcas son ahora más buscadas». Esto es una tapa que a Macri le
duele. A cualquier gobierno le duele una tapa de estas características. A
Mauricio Macri, más. Porque de algún modo el bloque de poder económico y
cultural que lo lleva a la Casa de Gobierno, más allá del voto popular, está
integrado por el Grupo Clarín. Esto es como cuando cada tanto Carrió aparece y
hace un planteo y es como una especie de trompada en las costillas al gobierno.
Es una socia. Bueno, acá un socio, como es el Grupo Clarín, hoy titula con la
caída del consumo. ¿De qué habla la caída del consumo? Vamos a leer la volanta:
«Tema del día. El impacto de la inflación». Y está muy bien que la inflación
haya llegado a la tapa del diario Clarín porque pasaron unos meses en que había
inflación solamente con el kirchnerismo. Pero no. Llega y llega con fuerza.
Pero después me puse a ver el interior del diario y encontré muchas notas
críticas que claramente sobresalían porque no era la mirada que Clarín tuvo en
todos estos meses. Vos agarrabas Clarín y eran todas justificaciones de las
acciones de gobierno, de las decisiones políticas y económicas que tomaba el
gobierno de Cambiemos. Y hoy, sin embargo, en su página 22, dice: «Moody’s ve
una caída del PBI del 1,5 % para este año. Perspectivas económicas negativas».
Después, en la página 23, dice: «Los productores del Alto Valle creen que su
situación empeorará». «Economías regionales, la competitividad de la producción
agrícola». «Alertan por las subas de los combustibles y el ingreso de las
manzanas chilenas».
Se acuerdan de que ayer hablábamos de la
importación. Bueno están entrando manzanas chilenas y Cambiemos, que había
prometido que iban a florecer las economías regionales a partir de que bajan
las retenciones, bueno, no está ocurriendo eso. Y Clarín decide hoy destacar
esta noticia. Así como también decidió destacar en la página 15, con otro
título: «La Iglesia alertó por el empleo y la inflación. Declaraciones del
presidente de la Comisión Episcopal». Ustedes me dirán «pero son noticias». Sí,
pero esto puede estar grande, puede estar chico o puede no estar. Hay una
decisión editorial para que esto sea la cabeza de una página, el título
principal de una página o apenas una breve o una foto epígrafe. O sea, el
artilugio es lo pongo grande o lo pongo chico. Esa es la decisión editorial
sobre la cual se le da importancia, es decir, se jerarquizan ciertos temas y
otros son invisibilizados por la prensa hegemónica.
¿Qué otro tema decidió agrandar, dimensionar,
Clarín? «Por la suba, cruzan la frontera para cargar nafta en Paraguay. Los
automovilistas de Misiones también van a Brasil. El ahorro puede superar los
200 pesos». Es decir, están hablando de cómo impacta en la vida cotidiana de
todos los argentinos lo que ha sido el último tarifazo de la nafta. El
combustible en general. Página 36: «El gasto en cigarrillos ya se lleva más de
un sueldo por año». Y dice que «en promedio son 16.425 pesos. Cómo impacta en
el bolsillo fumar un atado diario». Esto también salió en el Clarín de hoy. No
eran notas habituales en estos meses. Y empiezan a aparecer hoy jueves 5 de
mayo. Entonces, me pregunté qué es lo que está pasando. ¿Magnetto se enojó con
Macri? ¿Hay disputas al interior del gobierno, habrá ministros más pro Clarín y
otros menos? Porque, la verdad, es que son unos desagradecidos.
Clarín es muy desagradecido con el gobierno de
Mauricio Macri. Los primeros decretos de necesidad y urgencia de Mauricio Macri
fueron para beneficio del grupo y de Héctor Magnetto. Fueron los DNU que
modificaron la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, los que eliminaron
el articulado antimonopólico de la Ley de Medios. Ustedes recuerdan: el
artículo 45, el artículo 161. Digo recuerdan porque parece que pasó hace años.
Yo me acuerdo de cuando se debatió en la Corte. Clarín llegó hasta la Corte de
Justicia de la Nación hablando de tres artículos que lo obligaban a ajustarse a
la ley, a dejar de ser monopólicos u oligopólicos y afectaban su entramado
empresario. La Corte falló a favor de que eran constitucionales esos artículos.
Es decir, Clarín tenía que adecuarse a lo que decía la norma. ¿Qué hizo Macri
apenas asumió? Sacó un DNU por los cuales esos artículos quedaron eliminados.
Así que voy a insistir en esta idea: son unos desagradecidos porque, la verdad,
que en tan pocos días, recordemos que Macri asume el 10 de diciembre y estos
DNU son de una semana o dos semanas después, le dieron todo lo que el grupo
quería. Pero el grupo es voraz y esto cada vez más lo van a saber los
funcionarios macristas.
Siempre recuerdo una anécdota antes de las
elecciones. Hablaba con alguien muy importante que hoy ocupa un lugar relevante
en la Cámara de Diputados del PRO, uno de esos diputados que tienen poder e
incidencia o influencia en la opinión pública transmitiendo la voz oficial del
macrismo. Y ellos me decían: «Nosotros le vamos a torcer el brazo a Clarín
porque sabemos el peligro que representa el grupo». Yo la verdad lo miré con
sorna, con un dejo de ironía. «No creo que ustedes puedan doblarle el brazo a
Clarín. Creo que ustedes van a asumir y van a hacer lo que Clarín diga», le
dije. La historia me dio la razón a mí. ¿Qué van a comprobar en su propia piel
los funcionarios del macrismo? Que cuando Clarín se enoja, cuando Clarín siente
que hay algún negocio en riesgo o que no le quieren dar algún negocio, no se
comporta como un aliado incondicional. Por el contrario, comienza con la lógica
del apriete. Me estoy refiriendo al grupo empresario, no hablo de los
periodistas de Clarín. Me estoy refiriendo al grupo empresario monopólico de la
comunicación en la Argentina. El dueño de las agendas de la Argentina. Cuando
vos le tocás un negocio o no hacés lo que ellos te dicen, no importa si sos
Néstor Kirchner, Cristina Kirchner, Mauricio Macri o quien sea. Recuerden que
Clarín hizo lo imposible por meter preso a Carlos Menem en el año 2001. Y
finalmente lo logró. ¿Y alguien puede decir que Menem no le había dado a Clarín
todo lo que el grupo necesitaba? Le dio la posibilidad de fusionarse, la radio,
armar un holding, la modificación de lo que era en su momento la Ley de
Radiodifusión para que pudiera multiplicar su negocio. Le generó las
condiciones para que también se quedara con todos los cables regionales y se
transformara en un cable monopólico. La verdad, también fueron muy
desagradecidos con Carlos Menem.
¿Cuál es el detalle? ¿Qué explica hoy toda esta
saga de noticias negativas que Clarín le propinó al gobierno de Cambiemos? Es
que Macri recibió al vicepresidente de AT&T, una empresa de
telecomunicaciones estadounidense. Macri quiere —y por eso se reunió con el
vicepresidente de la empresa— que desembarque en la Argentina. Y Clarín dice:
«¿Cómo, si ese es un negocio nuestro? Ahora estamos desregulados, podemos
participar en telecomunicaciones, tenemos Nextel ¿y ahora a partir de AT&T
nos quieren quitar la posibilidad de hacer un negocio?» Porque, claro, en esto
juega la angurria.
Voy a leer un cable de Arbia, una agencia
informativa de la provincia de Buenos Aires que tiene un informativo federal
para más de 1.500 radios en todo el territorio de la Argentina. Dice: «Macri
recibió al vicepresidente de AT&T y empuja su desembarco en telefonía.
Macri lograría el ingreso de un inversor extranjero de peso en una jugada
similar a la que pretende habilitar el desembarco de Turner en la televisación
del fútbol y también en el de la televisión abierta. Las dos jugadas tendrían
una misma víctima —afirma Arbia—: el Grupo Clarín. Mauricio Macri recibió en la
quinta de Olivos a Rafael de la Vega, vicepresidente de AT&T, la empresa
estadounidense de telecomunicaciones que podría invertir en telefonía celular».
El gobierno le quiere sacar al Grupo Vila
también (por eso en un tiempito van a ver que la pantalla de América se va a
poner un poquito más crítica) la frecuencia del 4G que le fue adjudicada a
Alvin, la empresa de Vila y José Luis Manzano. ¿La razón? No haber pagado el
costo de 608 millones de dólares de la licitación. Es decir, Macri se está
preparando para dejar entrar a otros jugadores que puedan condicionar a los que
ya había. Entre ellos está el Grupo Vila-Manzano, que es el Clarín del Norte de
la Argentina, y el Grupo Clarín, que en AMBA —la zona de capital y el Gran
Buenos Aires— es donde ejerce su capacidad monopólica.
En este detalle está la explicación de buena
parte de lo que fue la cobertura crítica, pero también, y eso es lo más
interesante, el comportamiento de Clarín. Que es histórico y al cual hoy los
funcionarios del macrismo se van a tener que adecuar porque hasta ahora fue
todo dulce: cada vez que le podían dar un negocio a Clarín, este se lo devolvía
con campañas favorables a todos los funcionarios. Eso es el Grupo Clarín cuando
consigue aquello que quiere.
Ahora el macrismo maneja los tres presupuestos
más grandes del país y Clarín quiere una tajada en todo eso, porque tuvo mucho
que ver con la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada. Y siente como una
traición que Macri les quiera meter a AT&T en la telefonía. Ese era un
negocio que también querían. Es interesante, sobre todo para los funcionarios
macristas, para que vean cómo funciona el grupo monopólico, cómo funciona el
asedio de este grupo a los poderes institucionales. No importa si es macrismo,
kirchnerismo, radicalismo. Es aleatorio el asunto. Lo realmente importante es
cómo, a partir del apriete y, en este caso, a partir de lo que ha sido la
apertura del grifo de noticias negativas, empiezan a generar las condiciones
para que esos funcionarios les firmen lo que quieran. Si esa pulseada la gana
Macri o la gana Clarín lo vamos a estar viendo dentro de muy poquito en el
boletín oficial en base a las resoluciones que salgan. Si son resoluciones
donde se beneficia a AT&T o a otro jugador internacional como Turner,
Clarín va a incrementar sus tapas y noticias negativas. Si, por el contrario,
en esas resoluciones se le pone algún tipo de traba a la inversión extranjera
que viene a litigar con los negocios de Clarín, seguramente van a volver las
mieles entre Clarín y Mauricio Macri. Me pareció interesante ver cómo se
construye la agenda del Grupo Clarín. Porque no nos olvidemos: nosotros tenemos
muchos problemas económicos, sociales, tenemos el retorno del neoliberalismo a
la vida cotidiana.
Hay un aparato cultural que domina la
subjetividad de nuestra sociedad y todos los que hoy día se preguntan todavía
cómo es posible que la gente haya votado esto, aquello, lo otro; bueno, hay un
aparato de dominación cultural, tiene nombre y apellido: se llama Grupo Clarín.
Y el grupo opera de esta manera indistintamente con el kirchnerismo, con el
macrismo. Es una deuda de la democracia volver a adecuar al Grupo Clarín a las
normas de la convivencia democrática y también volver a adecuarlo a una
legislación antimonopólica que impida la concentración. Porque yo tengo muchas
pero muchas diferencias con Mauricio Macri y ustedes lo saben, pero Macri va a
pasar. Tarde o temprano va a pasar porque hay tiempos institucionales que
marcan eso. Lo que no ha pasado y se ha incrementado de modo feroz en todos
estos años es la concentración que beneficia a un grupo empresario en
particular de la comunicación, que nos dice que lo blanco es negro, que lo
negro es blanco, que cuando hace frío hace calor y que cuando hace calor hace
frío. Y eso tiene una incidencia fundamental en la vida de todos nosotros, cada
día.
Se corrió un poco el velo. Hoy lo sabemos y lo
sabemos muchos, pero no nos olvidemos de que para llegar a la situación que hoy
vivimos, donde muchos estamos perdiendo derechos y donde muchos enfrentamos
situaciones que hace 12 años y medio no vivíamos, primero tuvo que ganar
Clarín.
Y ganó.
Y ahora va por más.
Macri y el ataque a Tiempo Argentino (7 de julio
de 2016)
Hoy leí las declaraciones que hizo el presidente
Mauricio Macri en Berlín, Alemania, en relación con lo ocurrido en Tiempo
Argentino. Yo les quiero contar que en los últimos 18 años no hubo un atentado
más grave a la libertad de expresión que este, que ocurrió en las instalaciones
de Tiempo Argentino y Radio América, donde una patota ingresó a la redacción
del diario y rompió el mobiliario, las computadoras, las paredes, el cableado y
no solo eso, sino que también mandó a varios periodistas y trabajadores de
prensa al hospital. No hay antecedente en los últimos 18 años de algo que haya
ocurrido institucionalmente más grave que esto, que pasó en Amenábar 23, el
edificio donde funciona hoy la cooperativa Por Más Tiempo, que edita el diario,
con el esfuerzo autogestivo de trabajadores que hace siete meses la vienen
peleando muy duro.
Ya habíamos tenido de parte de algunos
funcionarios del macrismo la definición de que esta intrusión salvaje de un
grupo patotero, con amparo oficial y zona liberada de la Policía Federal, de la
Policía Metropolitana y del Ente Nacional de Comunicaciones (ENACOM), fue «un
asunto entre privados». En un editorial anterior dijimos que funcionarios
macristas equiparaban a los agresores, a los matones, al grupo de tareas, con
trabajadores dignos, que defienden a sus familias y tratan de hacer un diario
con las noticias y con una línea editorial que hoy no existe en la Argentina.
Hablamos de trabajadores de prensa que forman parte de la pluralidad de voces
de nuestro país. La perspectiva que tiene Tiempo Argentino es una voz necesaria
en cualquier kiosco.
La responsabilidad política del gobierno de
Mauricio Macri sobre lo ocurrido es clara, pero, por si hiciera falta, el
presidente elegido por el voto popular en un balotaje dijo desde Berlín que los
trabajadores eran los culpables porque son «usurpadores». Miente el presidente
Macri. Miente o es ignorante. Los trabajadores que ocupan el edificio de
Amenábar 23 tienen la custodia legal del inmueble. Hay un alquiler que se está
renegociando en la medida de lo posible con los verdaderos propietarios del
edificio. No son intrusos, son los custodios legales. Los intrusos fueron los
integrantes de la patota que entraron con suma violencia y cometieron el mayor
atentado a la libertad de expresión en los últimos 18 años.
Cuando sucedió el hecho, la verdad, lo primero
que me pregunté fue: ¿Quién es el dueño de la patota? A los hechos me remito:
esa patota pudo actuar en una zona liberada, es decir, con protección de la
Policía Federal, de la Policía Metropolitana, con la desidia del ENACOM, que
preside Miguel de Godoy, con un Ministerio de Trabajo que hace siete meses no
libera un solo Repro para los trabajadores de Tiempo Argentino y Radio América.
¿Quién es el dueño de la patota? Quedó demostrado que el que encabezaba a este
grupo de forajidos es un personaje que tiene una empresa de custodia y
seguridad en recitales multitudinarios, que trabaja mucho con una firma llamada
Fénix. Mariano Martínez Rojas —quien se autoproclama nuevo dueño de Tiempo Argentino
y Radio América— es el socio correntino de Fénix. Habría que ver dónde
trabajaba Darío Lopérfido hasta hace un tiempo y habría que ver qué tipo de
contrato tiene esta empresa con algún importante funcionario, quizás, vinculado
al jefe político del distrito donde se cometió el atentado. Esto ustedes no lo
van a leer en ningún lado porque contra el poder nadie escribe, nadie habla.
Los dueños de la pauta oficial deciden a quién
se castiga, a quién se demoniza, a quién se encarcela o se difama públicamente.
Vivimos un estado de excepción donde lo que realmente vale la pena no se
informa. Me sigo preguntando: ¿quién es el dueño de la patota?
Voy a hacer un ejercicio elemental de lógica.
Martínez Rojas, el presunto propietario (y digo presunto porque no hay un solo
papel que lo confirme, y también porque de hecho aun si hubiera sido el
propietario no pagó salarios, expensas, luz ni el alquiler desde que asumió),
es el hombre de paja de alguien. Él por sí mismo no es nada. Martínez Rojas es
el que aparece encabezando el reclamo, este reclamo, diría yo, criminal. Es el
que manda al grupo de tareas, el que somete a mis compañeros de trabajo con una
ferocidad ilimitada, el que llamó usurpadores a mis compañeros para justificar
su patoteada. Casualidad o no, a 12.000 kilómetros de distancia, el presidente
de la nación Mauricio Macri, consultado por periodistas de Clarín y La Nación,
calificó de igual modo a mis compañeros. Yo entiendo que la prensa crítica no
les guste, que quieran un periodismo cómplice, complaciente, amigable. Puedo
entender también que a través de la pauta algunos colegas se dediquen a
difamarme a mí y a otros compañeros y dediquen un espacio insignificante al más
grave atentado a la libertad de expresión en los últimos 18 años. Puedo entenderlo
porque conozco la miserabilidad de la gente, así como conozco la generosidad y
la solidaridad. También conozco la codicia, así como conozco la paz. Y estoy
seguro, como todos ustedes, de que también existen los violentos, como existen
las personas dignas, y existen los infames, como existen los presidentes y
estadistas como Cristina Fernández de Kirchner, que ayer estuvo en el edificio
de Tiempo Argentino solidarizándose con sus trabajadores, dando la cara,
poniendo lo que sucedió ahí como noticia en todo el mundo, cooperando desde
donde puede con los trabajadores del diario y generando incluso esta
declaración nefasta de Mauricio Macri.
Y así como existen estadistas como Cristina
Fernández de Kirchner, existen dueños de la patota, de los agresores, de la
infamia, de los que todavía no se sabe si van a ir presos o no, si los van a
detener o tienen carta blanca para cometer cualquier tipo de delito, ya no un
delito específico encuadrado en una zona delimitada de un inmueble, de una
calle en Palermo, sino un delito contra todos los argentinos, porque la
libertad de expresión es de todos los argentinos. Les decía que así como hay
estadistas que cumplen un rol y un papel, que ponen su capacidad, su renombre,
su envergadura política al servicio de los trabajadores, existen los otros, los
que patotean, los dueños de la patota. La diferencia entre un estadista y un
dueño está en lo que hizo ayer Cristina Fernández de Kirchner y lo que dijo hoy
Mauricio Macri desde Alemania. Fuente: Periodismo