Por Horacio Verbitsky
Dos centenares de gendarmes con pertrechos de
guerra, deteniendo a los hombres y golpeando, arrastrando por el suelo y
esposando a las mujeres y los niños y niñas de la pequeña comunidad mapuche de
Cushamen, cercada en muchos kilómetros a la redonda para que nadie pudiera
acercarse, concretaron la amenaza que los lectores de este diario conocieron en
la edición del lunes. Quienes pensaron que era una exageración ya pueden tomar
nota: el gobierno nacional cumple algunas de sus promesas y en esto no tiene
disidencias con el provincial de Mario Das Neves. Y donde se retira el Estado
Providencia, asoma su horrible rostro el Estado Penitencia, según la precisa
definición del sociólogo francés Loïc Wacquant. El juez federal de Esquel, Guido Otranto, había habilitado a la
Gendarmería a remover los troncos, ramas y otros objetos que obstaculizaran la
via del Viejo Expreso Patagónico La Trochita, en esas tierras usurpadas por la
transnacional de la indumentaria Benetton, pero aclaró en un comunicado que no
había ordenado detención de persona alguna.
Claro que no se ocupó de controlar el cumplimiento de la orden y la
Gendarmería respondió a sus mandos naturales. Había elementos de sobra para
preverlo:
·
la insistencia del presidente Maurizio Macrì en anunciar un combate contra
el terrorismo que aquí no existe pero que, igual que el narcotráfico, es el
pretexto para el control social cuando la economía sigue sumida en la
estanflación que el gobierno desató desde el primer día;
·
el informe de gestión del ministerio de
Seguridad que no considera las
reivindicaciones de los pueblos originarios un derecho constitucional sino un
delito federal y se jacta de espiarlo y reprimirlo;
·
la infiltración de agentes de la inteligencia
federal y de la policía provincial que están procesados por ello;
·
las consultas con el hospital de El Maitén sobre
su capacidad para atender heridos graves;
·
el viaje de Patricia Bullrich a Israel para
importar parafernalia represiva y la doctrina de su empleo;
·
las publinotas de la prensa canalla homologando
a la Resistencia Ancestral Mapuche con los carteles mexicanos de la droga o las
guerrillas colombianas;
·
el convenio firmado por el gobierno con la
Guardia Nacional del estado norteamericano de Georgia, que es la punta de lanza
del Comando Sur para penetrar en países hipersensibles sin despertar el mismo
rechazo que acompañaría el desembarco directo de tropas militares;
·
las definiciones de ese mismo Comando Sur con el que el
presidente Macrì ordenó desarrollar las mejores relaciones, a ver si así llueve
algún dólar, sobre las nuevas amenazas a la seguridad (de Estados
Unidos) que plantea el indigenismo.
Fuente: Página 12