20 enero, 2017 de Iroel Sánchez
En sus perdones de despedida el presidente
estadounidense Barack Obama conmutó las penas de dos reos por causas políticas
cuyas condenas habían generado gran rechazo dentro y fuera del territorio
norteamericano: el independentista portorriqueño Oscar López Rivera y la ex
soldado Chelsea Manning quien entregó cientos de miles de documentos
clasificados a la organización Wikileaks.
Otras víctimas del ensañamiento de la clase
dominante en Estados Unidos, como la patriota cubano portorriqueña Ana Belén
Montes que dio información a Cuba para prevenirla de agresiones militares
estadounidenses, el luchador por los derechos de los pueblos originarios
Leonard Peltier y el activista afronorteamericano Mumia Abu Jamal, tendrán que
seguir esperando en las cárceles norteamericanas por la justicia tardía que
solo una decisión adoptada desde la Casa Blanca les puede ofrecer.
Otros, llevan más de una década enclaustrados en
una cárcel que Obama prometió cerrar, establecida en el territorio que Estados
Unidos ocupa contra la voluntad de los cubanos en la bahía de Guantánamo. Son
los prisioneros nunca juzgados de una “guerra contra el terror” desatada desde
Washington DC que acumula millones de civiles heridos, muertos y desplazados en
Afganistán e Iraq.
Pero hay uno que no custodian militares
norteamericanos sino británicos y acusan tribunales suecos. Su cárcel es la
embajada ecuatoriana en Londres, donde recibió asilo político, y su aparente
víctima es una bella mujer sueca, aunque en realidad lo son los crímenes
cometidos por el Pentágono, la CIA y el Departamento de Estado alrededor del
mundo. Es el hacker australiano Julian Assange, líder de Wikileaks, quien ha
sido objeto de amenazas de todo tipo desde EEUU por hacer públicos los
documentos que el entonces soldado Manning hizo llegar a su organización.
La libertad otorgada por Obama a Manning pone en
entredicho el acoso que sufre Assange y algunas fuentes plantean de su posible
entrega voluntaria a autoridades norteamericanas. No se lo aconsejo. Desde los
pocos metros cuadrados que ocupa en la representación ecuatoriana ante el Reino
Unido, se ha convertido en una fuerza moral que no ha dejado de denunciar documentadamente
la actividad especulativa de las corporaciones norteamericanas, sus vínculos
con el gobierno y los políticos, así como la vigilancia global que ejercen en
alianza con las grandes corporaciones de Internet. Cuando estallaron las
revelaciones del ex analista de inteligencia Edward Snowden, Wikileaks y su
abogada estuvieron entre los primeros en amplificar la estructura de Gran
Hermano operada por la National Security Agency. El odio y la sed de venganza
que acumulan contra Assange sectores influyentes dentro de los EEUU puede
provocar cualquier desenlace.
Sin embargo, la conmutación de la condena a
Manning vuelve a colocar en primer plano la persecución contra Assange y
Snowden. Ellos, como Aaron Swartz, quien fue conducido al suicidio por la
persecución del gobierno de Obama junto a las corporaciones de Internet por
pretender compartir información científica producida con financiamiento público
son los Prometeos del Siglo XXI, aquel héroe mitológico condenado por llevar el
fuego a los humanos.
Fuente: La Pupila Insomne. Cuba