Por Felipe Yapur
Ha transcurrido un año de la detención de
Milagro Sala. El presidente Mauricio Macri y el gobernador de Jujuy, Gerardo
Morales, comparten algo más que la aprobación de esa medida. Detrás del caso,
ambos comparten también un objetivo superior: debilitar cualquier organización
política y partidaria que complique la aplicación de las políticas
neoliberales. Un objetivo que apunta a la Tupac Amaru en particular, pero
también al peronismo.
Los hechos y actitudes de ambos dirigentes dan
fe de esta premisa. Pero también existen las confesiones que la confirman. Uno
de los que se sorprendió por este objetivo fue el mismísimo secretario general
de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro. El uruguayo,
quien fuera canciller del entonces presidente José "Pepe" Mujica, lo
escuchó del propio Macri durante 2016 y, azorado, lo comentó ante amigos
argentinos que, casualmente, son dirigentes políticos y ex funcionarios peronistas.
Almagro conversó en dos oportunidades con Macri.
La primera vez fue en marzo del año pasado, pero el tema se trató de manera
tangencial. Hacía apenas unos días que el Grupo de Trabajo sobre Detención
Arbitraria de la ONU había dado curso a la denuncia contra el Estado argentino
por la detención de Sala. Almagro anticipó sus posibles consecuencias, pero no
encontró eco en Macri y tampoco en su canciller, Susana Malcorra.
Convencido de que el grupo de la ONU iba a
pronunciarse a favor de la denuncia, según relataron a Tiempo amigos del
uruguayo, Almagro volvió a tocar el tema con Macri y Malcorra un par de meses
más tarde. En esa oportunidad fue directo y les advirtió que el conflicto no
iba a tardar en llegar a la OEA, a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
y luego a la Corte Interamericana. Sin embargo,Macri no se inmutó y respondió
tajante: "Tenemos que ser duro con ella. Es la única manera de doblegarla
para que no desestabilice la provincia. También para que el peronismo entienda
que no dudamos en defender nuestro gobierno y por eso aplicamos sus mismas
tácticas." Almagro quedó de una pieza y si bien evitó opinar sobre la
política doméstica intentó, sin éxito, que Malcorra reaccione.
En noviembre, el presidente se enojó con Almagro
por la carta que publicó a favor del reclamo de libertad para la dirigente de
la Tupac Amaru. Pero más allá de ese hecho, lo cierto es que el macrismo está
mostrando que usa a Sala como ejemplo del usufructo del poder que detenta y,
según un supuesto y falaz estilo peronista, muy arraigado entre los
conservadores argentinos e incluso extranjeros, para garantizar su concepto de
gobernabilidad.
Fuente: Tiempoar