EL ESCRITOR CUMPLE 90 AÑOS EL SÁBADO 18- TRAZOS
DE UNA AMISTAD INQUEBRANTABLE
(Por Luciana Mignoli/Marcha Noticias) El
historiador, escritor y periodista cumple 90 años con merecidos festejos y
homenajes. Pero gran parte de su intensa actividad se la debemos a una persona
que lo cuida, lo sostiene y lo acompaña desde hace tres décadas. Y hasta hoy,
permaneció en el anonimato.Se conocen hace 30 años. El Negro le había pedido a
él y a Eduardo Galeano que le prologaran “Te contamos de nosotros”, un libro en
el que niños y niñas del noroeste rescatan y escriben cuentos y leyendas de la
zona. Un proyecto que se proponía resistir al borramiento de la historia
originaria que fuerzan los manuales escolares. Y así se conocieron. Y esas
luchas compartidas los enlazaron para siempre.
Las redes se van a inundar de fotos de Osvaldo
Bayer. Y los medios van a llenar páginas con su historia. No es para menos,
cumple 90 años de dignidad. Pero poco o nada dirán de la persona, que desde el
más profundo amor y respeto, lo acompañó durante estas últimas tres décadas en
sus periódicas estadías por estas tierras.
Porque si pudimos disfrutar de Osvaldo en cuanta
jornada, charla, evento y marcha se lo invitara, es en gran medida gracias a
él. A su amigo inseparable. Quien le sostiene el brazo al caminar. Quien le
acerca el vaso de agua y la silla. Quien lo acompañó en auto, micro y avión a
participar en luchas por todo el territorio nacional.
Se llama Raúl Gerónimo Fernández pero le dicen
“El Negro” o “El Indio”, por sus rasgos curtidos al sol de su Salta natal. Y es
músico, poeta, militante de derechos humanos y un gran compositor.
Se conocen hace 30 años. El Negro le había
pedido a él y a Eduardo Galeano que le prologaran “Te contamos de nosotros”, un
libro en el que niños y niñas del noroeste rescatan y escriben cuentos y
leyendas de la zona. Un proyecto que se proponía resistir al borramiento de la
historia originaria que fuerzan los manuales escolares. Y así se conocieron. Y
esas luchas compartidas los enlazaron para siempre.
“Fue un amor a primera vista”, reconoce Raúl.
Osvaldo había vuelto de su exilio en Alemania,
pero su familia prefirió quedarse allá. Con lo cual, vivió intermitentemente
algunos meses en Buenos Aires y otros en Linz am Rhein. Y en sus estadías en
Argentina, Osvaldo y Raúl empezaron a caminar juntos en cuanta lucha los
convocara.
“Me acuerdo de un jueves que estábamos en Plaza
de Mayo. Recién había terminado la ronda de las Madres. Y me dijo que quería ir
a hacer un escupitajo al monumento Roca todos los jueves. Yo le dije que tenía
una bocina y que me parecía mejor dar charlas. Y así fue que empezamos el largo
camino contra Roca… Y fuimos viendo cómo se empezaban a cambiar el nombre de
las calles, avenidas y escuelas. Y nosotros íbamos juntos a cada acto con mucha
alegría. Yo digo que era la piedra en el estanque, porque no sabe hasta dónde
va a llegar la oleada”, rememora.
Raúl lo acompaña a turnos médicos, lo llama los
365 días del año para ver si necesita algo y, cuando puede y sin que lo vea, le
echa un chorrito de agua a su copa de vino para que no se maree. Aunque sabe
que “si el viejo se entera, ¡me mata!”.
Raúl fue quien lo abrazó fuerte cuando Osvaldo se
enteró que Marlies Joos, su esposa, había muerto en Alemania; y fue con quien
compartió esas largas tardes y noches de Tugurio (el nombre que Osvaldo Soriano
le puso a la casa de Bayer) leyendo poesías y componiendo música.
“Nos podemos pasar toda la noche hablando de
Kant, Goethe, Hölderlin, Schiller. Y él empezaba a recitarme en alemán. Y a mí
se me ponía la piel de gallina. Y entonces yo le pedía que me lo recitara en
español. Y la emoción era la misma. En Osvaldo, las palabras tienen un sentido
y una música, que te traspasa”.
Y él lo acompaña y lo protege, transcendiendo
las imposiciones que indican que las tareas de cuidado son “cosa de mujeres”.
Para Raúl, cuidar no es una tarea menor y mucho menos debería ser una cuestión
que tenga género. O sí, “El Indio” está convencido que cuidar “es una tarea
noble y digna que es propia del género humano”.
Pocas veces vi a dos hombres amarse así, tan
genuinamente. A Osvaldo le llegaron muchos y muy reconocidos homenajes por su
trayectoria y coherencia. Y esta es mi forma de hacer pública mi admiración por
la silenciosa tarea de Raúl, un hombre comprometido, leal y luminoso.
- Osvaldo, si vos te morís no te van a querer en
ningún lado. – ¿Cómo es eso? – Mirá, para el cielo sos un hereje. Un anarquista
que defendía a las putas, a los obreros… No te van a querer ahí porque los vas
a convencer que Dios no existe. – ¿Y en el infierno?, pregunta pensativo. –
Menos que menos. El diablo va a decir: 'Este enseguida habla con los diablitos
sobre la opresión y la rebeldía, los proletariza y me organizan un
levantamiento en cinco minutos’.
Osvaldo estalla de risa y retruca: – ¿Entonces
qué hago cuando muera? – Y, vamos a ir saltando de nube en nube, charlando con
cuanta gente nos encontremos, como hicimos siempre.
– ¿Y vos me vas a acompañar?