Por Mirta Israel
(APL) Días atrás, dos pibes robaron la mochila
de la compañera Mirta Israel, “Tamir” para lxs amigxs, con sus libros y
elementos personales. Hace 40 años, más precisamente el 8 de marzo de 1977, un
grupo de tareas de la dictadura cívico militar, secuestró y despareció a su
hermana Teresa Israel, abogada de la Liga Argentina por los Derechos del
Hombre, comunista, quien defendía a prexs políticos de cualquier organización y
a chicxs del pobrerío. Hoy Teresa es carne, alma y bandera en toda la franja
rebelde que aún continúa la lucha por otra sociedad, junto a los 30 mil.
Resulta singular este texto donde M.I. establece relaciones entre ambos
sucesos, en tiempos de pensamientos disvaliosos y plutocracia al mando del
despojo popular.
Muchxs saben que hace unos días me robaron mi
mochila. Allí tenía el equipo de mate que siempre llevo para compartir. Allí
guardaba un pañuelo rojo de las rebeldías y uno verde, el del derecho al aborto
seguro, legal, y gratuito. También cargaba el nuevo libro Pedagogía de las
revoluciones. Ah, y un celular de la era paleozoica junto a una vapuleada
tableta con fotos y escritos ya dificiles de recuperar. Dos motochorritos se la
llevaron, dos desarrapados, flaquitos, morochos, pobres.
¡Qué garrón!, me dicen muchxs. Sí, puede ser. Y
pienso, y recuerdo, y siento, y me digo. No. Robos eran los de antes. Como
aquel que sufrimos con mi familia hace ya 40 años. Sí, un 8 de marzo, hace
cuatro décadas, un grupo de tareas del ejército, nos robaba, nos arrebataba a
nuestra querida Teresa.
Teresa, Teresita, la rusa, la polaca. La que osó
hacer la mitad de su carrera de abogada en forma libre, luego de ser suspendida
en la facultad por el rector, quien fuera luego ministro de Justicia,
¿justicia?, del genocida Viola. Teresa, la que cumplió su promesa de irse de la
facultad con el diploma bajo el brazo.
Titi, como la llamábamos, la misma que a
cualquier hora de la madrugada salía corriendo para arrancar a militantes de
las garras de la policía. La que no se iba de la comisaría hasta que no le
devolvían los tachos de pintura o engrudo que les habían incautados a esos
grafiterxs de los 70.
Teresita, la que cantaba mientras lavábamos los
platos al mediodía, la que me llevó a mi primera marcha, aquella del 73 en
repudio al golpe en Chile.
La Tere, que no ganaba un mango como letrada,
porque se dedicaba a salvar a los ladrones de gallinas, a esos que eran pobres,
negros y desarrapados. Sí, muy parecidos a esos que se llevaron mi mochila.
Por eso exigo justicia y seguridad. Justicia y
seguridad para que esos pibes no sigan cagándose de hambre, para que puedan
estudiar, trabajar, soñar, futurar. Seguridad para que tengan un techo digno,
una salud garantizada, una vida feliz.
Y Sí, me robaron. Y necesito saber la verdad y
exijo que los culpables digan dónde está, qué hicieron con ella, dónde la
escondieron, o dónde la tiraron. Exijo que los genocidas responsables continúen
presos en una cárcel común. Exijo que los responsables políticos, económicos y
eclesiásticos no sigan gozando de la impunidad.
Y a vos Teresa, te quiero contar que este 8 de
Marzo, estuviste nuevamente en las calles, y fuimos muchas más que antes,
porque estaremos unidas con nuestras diferencias, con nuestras diversidades,
con nuestras dignidades. Y allí estuviste vos, porque siempre estás entre
nosotras, con tu ejemplo, con tu templanza, con tu valentía.
Mi querida Teresa, Tere, Titi, presente, ahora y
siempre!
Hasta la victoria, siempre!
Fuente: Agencia para la Libertad