Juan Martín Guevara fue entrevistado a su paso
por Barcelona con motivo de la presentación de su libro Mi hermano el Che.
Por Joao França
El mito del Che nace desde el punto de vista
político e ideológico, y luego comunicacional, al haberlo asesinado para no
tener un personaje vivo complejo y peligroso, y después al esconder el cuerpo y
enterrarlo y decir que no hay cuerpo, y después tratar de decir que no hay
nada, que no existió, que no hay Che. Pero sí hubo. Eso se les va de las manos.
“Hoy el mito del Che no es un riesgo para el
poder, pero saben que lo es para el futuro”
Juan Martín Guevara, hermano del Che, reivindica
la necesidad de recuperar el pensamiento y la historia del guerrillero junto a
la imagen que se ha convertido en mito.
“Los republicanos españoles fueron derrotados,
como lo fuimos nosotros en Argentina en 1976, pero esa derrota no significa que
no haya que cambiar el mundo”
“La violencia de arriba tendrá necesariamente
que tener una violencia de abajo, y no sé cómo será, pero por pedirlo
amablemente nadie va a dejar el poder”
A la sombra de un mito, Juan Martín Guevara
(Córdoba, Argentina, 1943) se ha acostumbrado a ser “el hermano del Che”.
Tras años de silencio, empezó una militancia
para reivindicar las ideas de su hermano, con el que convivió poco, pero
compartió ideales desde Argentina como militante político y llegó a ser
encarcelado.
“Yo soy hermano de sangre de Ernesto Guevara y
soy compañero de ideas del Che, para mí es una sola cosa”, resume.
Durante su paso por Barcelona para presentar su
libro Mi hermano el Che (Alianza Editorial), Juan Martín no quiso perderse el
acto de conmemoración de la Segunda República en el que se cambió el nombre a
la plaza Juan Carlos I en el cruce de la avenida Diagonal y el Passeig de
Gràcia.
Imita entre risas las caras de sorpresa de la
gente cuando su anfitrión, el director de la Casa América Catalunya, lo
presentaba como el hermano del Che.
Tiene que convivir con esa aura.
Desde que Ernesto pasó a ser el Che y ser
conocido yo pasé de ser Juan Martín Guevara a ser el hermano del Che, y más
desde que hace unos años me he dedicado a transmitir y contextualizar su
pensamiento.
El Che no salió de un repollo, fue chiquito y
tuvo una familia.
Yo también fui siempre militante, y nuestros
referentes son humanos, tienen encarnadura.
Tenerlos ahí arriba como una especie de Cristo,
no es un referente, eso es religioso y no te llama a hacer cosas, nadie va a
querer quedar crucificado ahí con dos clavos.
A la juventud hay que trasladarle esos
referentes, porque si miras hacia atrás y no hay nada, andas desorientado.
No es casual que los que quieren que la cosa no
cambie, traten de borrar la historia.
¿Cómo nace el mito del Che?
Primero desde el punto de vista político e
ideológico, y luego comunicacional, el haberlo asesinado para no tener un
personaje vivo complejo y peligroso, y después esconder el cuerpo y enterrarlo
y decir que no hay cuerpo, y después tratar de decir que no hay nada, que no
existió, que no hay Che.
Pero sí hubo.
Eso se les va de las manos.
Y cuando se les va de las manos empiezan a
buscar métodos para que ese Che deje de ser peligroso.
Primero buscan convencer de que era un asesino,
pero no les funcionó.
Entonces es cuando empiezan a levantarlo y a
ponerlo en cuadros, cristalizarlo, frisarlo, minimizarlo, vulgarizarlo…
Hacen cualquier cosa con tal de que no aparezca
el pensamiento y lo que el tipo realmente hacía y por qué lo hacía. Pero yo no
lucho contra el mito, digo que a esa imagen sin contenido hay que ponerle
contenido.
¿Entonces considera que la mitificación es
intencionada para quitarle valor político?
No, yo creo que se les fue de las manos, porque
son los pueblos los que lo reivindican.
La imagen de Cristo no sigue perdurando por el
poder.
Por supuesto hay quien manipula, sea el
Vaticano, los evangelistas, los maronistas…
Todos se lo quieren llevar, pero las imágenes
perduran por lo que la sociedad entiende, desde un punto de vista religioso en
un caso, y desde un punto de vista social y político del otro.
Lo que también es cierto es que una vez la
imagen sigue viviendo le sacan jugo desde el punto de vista comercial.
Siempre habrá un comerciante que agarre un
objeto que sirve porque otro lo quiere, y le pone un valor y se queda con la
diferencia.
Lo que hay preguntarse es por qué quieren este
objeto.
Nadie vende estampas del vecino de la esquina,
Juan González, pero todos quieren camisetas de Che o los Rolling Stones.
La mercantilización existe, pero porque alguien
lo quiere y hasta lo tiene tatuado.
¿Por qué la gente quiere la imagen del Che?
El porqué es un sustrato social.
Alguno porque lo ve como rebelde, otro por
ético, por valiente, porque dice que si no hay guerra no podemos cambiar la
situación, porque es marxista, o porque es guapo…
El hecho es que la imagen está, y los que
pretendemos que además de una imagen sea una referencia tenemos una ventaja.
Lo que tenemos que hacer es meterle contenido.
Si no existiera la imagen sería mucho más
difícil.
La gente no tiene camisetas de Lenin, así que
para ponerle contenido antes tienes que colocar la imagen.
En cambio todo el mundo conoce al Che Guevara.
A lo mejor preguntas y te dicen “bueno, sí, era
un cubano…”, y no, pero ya está ahí.
Compara mucho al Che con Cristo, pero también
dice que eso no llama a la acción.
¿La mitificación no es un problema a la hora de
activar esos valores?
Uno tiene que adaptarse a lo que hay.
Este mito existe y no se puede desmitificar.
Además sería una tontería.
Yo no tengo ninguna religión, pero no me pondré
a decir que Cristo está mal o que era un asesino, jamás, porque ataca creencias
y sentimientos profundos, y además no iba a servir para nada.
Que siga el mito del Che, y ahora lo que hay que
hacer es explicar por qué es un mito, porque era marxista, leninista,
evidentemente guevarista, por lo que hizo, por lo que escribió.
Y entonces si no te gusta, te diré que te
busques otro mito, y si te gusta más, eso es lo que quiero.
Se trata de poner el mito con los pies en la
tierra, darle sentido, pensamiento, contexto y encarnadura.
Y para algunos seguirá siendo un mito sin
contenido, porque no les interesa, pero para otros pasará a ser algo más que
una medallita.
A estas alturas, cuando la imagen del Che
Guevara ya es tan pop, parece difícil añadirle contenido.
Había un compañero que decía que la revolución
es difícil hacerla, pero hay que hacerla, aunque nos llenen la cabeza para que
no cambiemos nada.
Y esto vale para todo, porque tal y como está el
mundo vamos mal.
Y vamos mal como el Titanic al iceberg, no es
que vamos mal unos sí y otros no.
Vamos mal.
En ciertos sectores considerados de izquierda la
figura del Che ha sido cada vez más criticada.
El diario El País publicaba un editorial con
motivo de los 40 años de su asesinato titulado ‘Caudillo Guevara’, que generó
controversia, pero lo comparaba con terroristas y yihadistas.
Para que vean lo que es el oportunismo, luego El
País me ha hecho a mí más de una entrevista, porque hoy vende más esto que
decir que es un asesino o un terrorista, porque en definitiva hoy el mito de
Che no es un riesgo para el poder, pero saben que lo es para el futuro.
El mito no es un riesgo, pero sí el pensamiento,
que encarne en la sociedad.
Lo que no quieren es que busquemos la fórmula de
cambiar la sociedad, y por eso te hablan de la guerrilla, porque saben que hoy
no encaja, pero el tema no es la guerrilla, sino el capitalismo.
Hay que pensar cómo hacemos para derrotarlo,
porque Bill Gates no va a soltar todos sus millones porque sí, y digo todos, no
la pequeña parte que dedica a ONG.
Todo.
Porque si ellos siguen acumulando, a nosotros no
nos llegan más que unas gotitas.
¿Y cómo habrá que hacerlo?
Hay que construir una sociedad equitativa, y no
digo más equitativa, no.
Equitativa.
Porque si hablamos de estar un poquito mejor,
eso es el poquitismo.
Claro que te dirán que lo que se hizo en la
Unión Soviética, en Cuba o en China fue mal.
Sí, fue mal, evidentemente el capitalismo viene
triunfando sobre esas ideas igualitarias, pero eso no quiere decir que el
capitalismo sea bueno, ni que haya manera de mejorarlo desde dentro, pero les
toca a los jóvenes.
Habrá que tener en cuenta la historia.
En el acto al que asistí de celebración de la
República estuve escuchando lo que yo escuchaba cuando tenía 6 o 7 años y
venían republicanos a mi casa: El Ejército del Ebro, Que la tortilla se vuelva,
Otro gallo cantaría…
Venían a casa esos republicanos, derrotados,
como lo fuimos nosotros en Argentina en 1976, pero esa derrota no significa que
no haya que cambiar el mundo.
Hay que cambiarlo.
Yo tengo 73 años y ya no estoy para eso, pero sí
para decir que hay que hacerlo.
Hay herramientas, y ya no son la guerrilla, pero
habrá que buscarlas, imaginarlas.
El pueblo tiene que buscar fórmulas, no puede
quedarse tranquilo, aunque mediáticamente hay toda una intención de que la
gente no piense en el cambio desde niños.
¿La gente no piensa en ninguna forma de cambio?
Si piensa en el cambio, será un cambio
individual, tener más plata, mejor coche, mejor celular (teléfono móvil) o yo
que sé qué, pero no para todos.
El éxito es tu éxito.
Y ahí están mostrándonos a Messi, pero Messi
sólo es Messi porque es uno y no muchos, y además está fabricado.
Los pibes ya no juegan al futbol porque es
divertido, sino para ser Messi y ganar plata y después no pagar impuestos,
porque más allá de lo que gana se había quedado cuatro millones de euros que
eran del Estado para después repartirlo entre todos los españoles.
Y ahora tenemos a los padres esperando a ver si
de sus hijos les sale un Messi.
Esta cuestión de la mercantilización, de la
utilización constante del valor, el dinero, el éxito, es algo que el Che tenía
claro y contra eso luchó.
Ese fue su pensamiento profundo, la guerrilla y
las armas eran un método, pero puede haber muchos otros métodos para luchar
contra eso.
Pensando en esa idea de buscar fórmulas para
cambiar las cosas hoy, en una entrevista que le hizo Eduardo Galeano, el Che
decía que “el poder en Latinoamérica, se toma por las armas o no se toma”.
¿Qué vigencia tiene esta idea hoy?
Tiene una vigencia absoluta, pero cambiándole
los términos.
La guerrilla para él es un método, no el único.
La violencia que existe desde arriba para abajo
es constante.
Ahora en Argentina el movimiento
Ni una menos, de las mujeres, lucha contra la
violencia que el machismo, el patriarcado y el capitalismo le bajan a la mujer.
Pero reacciona nada más que un sector, y
necesitamos que esta reacción de valores humanos y sociales agredidos sea
respondida por todos.
En todo caso, no te quepa duda que la violencia
de arriba tendrá necesariamente que tener de una u otra manera violencia de
abajo.
No sé si será con guerrillas, pedradas o qué,
pero por pedirlo amablemente nadie va a dejar el poder.
¿Entonces es necesaria la violencia?
Si me dicen que vamos a utilizar el método del
Che de la guerra de guerrillas, diré que claro que no, que hoy no, pero no me
pueden decir que no sirvió, porque la Unión Soviética fue con violencia, China
fue con violencia, Nicaragua fue con violencia, Cuba fue con violencia y
también la revolución francesa fue con violencia.
Claro que sirvió.
También le sirvió a Franco, ¿o acaso no usó la
violencia?
Y sirvió.
Para algo que no te gusta, pero sirvió.
El tema es cómo utilizarla, dónde y cuándo,
porque desde arriba no dejan de violentarnos.
Si esa violencia de los de abajo serán
manifestaciones, insurrecciones o qué, yo no lo sé.
En todo caso, ese no es el eje fundamental del
pensamiento guevariano.
Él escribió un libro sobre la guerra de
guerrillas, que tendrá 80 o 100 páginas.
Tiene 3.000 páginas escritas sobre todos los
demás problemas sociales, económicos y filosóficos, pero se pone el foco sobre
esto porque choca al común de la gente.
Pero no se cuestiona sólo su pensamiento,
también sus actos.
Un periodista alemán me dijo hace unos días que
el Che estuvo en La Cabaña y ahí se fusiló gente.
Decía que había que esclarecer eso, porque hay
mucha gente que dice que es un asesino.
Yo le dije que en Nurémberg se juzgó a gente que
venía de haber metido a gente en campos de concentración, haberla hecho talco,
haber hecho experimentos con personas…
Fueron condenados a muerte y ahorcados.
En Cuba la revolución se hizo contra una
dictadura feroz, durante el batistato hubo 20.000 muertos y el Ejército estaba
llenos de asesinos y también las policías especiales que tenía Batista para la
búsqueda, captura y muerte de gente.
Cuando la revolución triunfa, de aquellos 50.000
que tenía el Ejército, algunos cientos eran torturadores y asesinos, y algunos
de aquellos son capturados.
Se los juzgó con defensor y se condenó a muerte
a los asesinos, no a los que no eran asesinos.
Alguien puso la firma y era el Che porque era el
jefe de La Cabaña, lo mismo que el de Nurémberg.
Ahora, si vamos a comparar uno con otro, quiero
ver qué alemán me va a decir a mí que los de Nurémberg eran buena gente y
opositores.
¿Las izquierdas están poniendo hoy menos
resistencia al poder?
No tenemos unidad, ni de acción ni de
pensamiento.
No podemos tener unidad de acción sin unidad de
pensamiento.
No tenemos unidad de proyecto.
Nos han derrotado en este sentido,
ideológicamente.
Físicamente hubo derrota, pero la peor es la
ideológica, porque entonces es como nos entregamos o en definitiva nos hacemos
individualistas también.
Buscamos cómo resolver yo mi problema, y los
demás no importan.
¿Qué podemos aprender del pensamiento del Che?
El marxismo del Che se basaba en el estudio de
Marx del capitalismo y en la imposiblidad del capitalismo de resolver los
problemas económicos de la sociedad.
El segundo punto, que es el leninista, es que si
los que están afectados por eso no se organizan no va a haber posibilidades de
combatirlo y derrotarlo.
Estamos desparramados y triunfa la idea del
éxito y cada uno por su lado, para felicidad de los de arriba.
Finalmente hay un tercer elemento que lo incluye
él, y es que tiene que haber conciencia dentro de esto.
Conciencia cuando se avanza para lograr el
poder, pero también cuando se logra por lo menos tener parte del poder, o todo
el poder.
Porque si no se cambia la conciencia se vuelve
perversa, y te ganan de nuevo, pero ya no por la estructura económica ni por
las armas, sino por vos mismo.
Esta es la crítica que le hace a la Unión
Soviética, que fue justamente una falta de conciencia revolucionaria y
proletaria del gobierno de la URSS lo que la echó atrás.
¿Y qué pasa con Cuba?
De Cuba se dice que está volviendo al
capitalismo, y es cierto.
¿Pero de qué otra manera puede ser en un mundo
que está así como está?
¿De qué otra manera Cuba va a sacar fuerzas o la
posibilidad de llevar adelante todo el mundo como si fueran un remolcador
impresionante?
Ellos defienden lo poco que pueden defender.
La responsabilidad de la verdadera izquierda, de
los revolucionarios, es hacer la revolución en cada uno de nuestros lugares.
Evidentemente tienen mucha fuerza aquellos a lo
que tenemos que tratar de voltear, para hacer “que la tortilla se vuelva”, como
dice la canción.
Lo que podemos cambiarle a esta canción es que
sea menos escatológica, que no les hagamos comer “mierda, mierda” a los
pobrecitos burgueses, que cuando la tortilla se vuelvan coman lo mismo que
nosotros.
Que coman bien, pero como nosotros.
Se trata de ser todos iguales.
O parecidos, porque tampoco es una cuestión de
uniformidad, pero con lo mismo, sí.
Con lo mismo se puede hacer comida buena o mala,
o algo que te guste más o menos.
Algunos prefieren elegir el vino que van a
tomar, aunque luego se pasen una semana sin tomar nada más.
Eso está bien, que cada uno elija, pero con algo
que esté al nivel de todos.
Siempre critican el socialismo por querer hacer
una cosa uniforme, y no, al hombre no lo puedes uniformar, pero sí regular y
controlar las angurrias individuales.
De eso se trata.
Fuente: Nac & Pop