Bárbara García y su hermano Camilo conocido
periodista televisivo, con la foto de su madre en un afiche de los tiempos
felices.
Por B. G. Pomarada
La familia del periodista Martín García supo así que su casa fue el
primer lugar al que se dirigió la ‘patota’, «personas que entraban en las casas
para torturar y robar», por ser Rocío editora de El Combatiente y una de las
fundadoras del sindicato docente CTERA.
Barbara García marchando con la corriente Patria
para Todos
La gijonesa Rocío Ángela Martínez llegó a
Argentina en la adolescencia, debido al exilio político de su padre, un líder
minero de Cabrales.
Las consecuencias de las dictaduras militares
volvieron a cruzarse en su camino un 13 de junio de 1976, cuando fue raptada en
su propia casa en Buenos Aires.
El pasado martes, también 13 de Junio, justo
cuarenta y un años después, cuatro de los secuestradores, militares, fueron
detenidos.
«Que los hayan arrestado es un hecho único,
nadie lo puede creer», cuenta su hija, Bárbara García, que desde los dieciséis
años no ha dejado de indagar acerca del paradero de su madre.
La noticia del arresto fue una sorpresa para la
familia por «los momentos políticos que vive el país».
«No nos han facilitado nada, ni bases de datos
ni ADN», denuncia Bárbara.
La detención de los cuatro militares «personas
fuertes y privilegiadas», indica Bárbara, forma parte de una causa abierta hace
cuatro años.
Entonces, un ex conscripto -persona que cumplió
el servicio militar«tuvo un infarto y cuando salvó la vida quiso contar todo lo
que vio».
A partir de su testimonio «se fue armando el
rompecabezas».
La familia García supo así que su casa fue el
primer lugar al que se dirigió la ‘papota’, «personas que entraban en las casas
para torturar y robar», por ser Rocío editora de El Combatiente y una de las
fundadoras del sindicato docente CTERA.
«A partir del allanamiento de mi casa comenzaron
otras detenciones», explica Bárbara.
Desde aquel 13 de junio, «hay una figura que no
me he podido sacar de la cabeza». Bárbara, de cincuenta años, anhela desde el
martes el momento de enfrentarse a los secuestradores para preguntarles «por
qué».
«Nos robaron la infancia, crecimos siendo
discriminados, todavía hoy en redes sociales nos dicen barbaridades», lamenta.
A su padecer durante estas cuatro décadas se suma
el dolor que despierta «la fantasía de pensar que está viva».
Su hermano Camilo, un reconocido presentador de
televisión en Argentina, «se hizo famoso para ver si mi madre estaba viva y le
reconocía», cuenta Bárbara.
«Ahora hay que ver si esa gente va a hablar o
no, pero saber que hay cuatro detenidos te da cierta paz», destaca.
«Es una historia que al no tener final, duele
mucho».
Fuente: Nac & Pop