El Eternauta de Oesterheld (desaparecido junto a sus cuatro hijas por la dictadura cívico-militar) y la monstruosa invasión de los Cascarudos, Manos y Gurbos que instalan su cuartel General en la Plaza de los Dos Congresos, hoy lo tienen en las bancas del propio Congreso.
"No son la rancia aristocracia del XIX; no
son las fieras fascistas del treinta. Se parecen a los de la Revolución
Libertadora (los antiperonistas se parecen, cualquiera sea la filiación
política o ideológica).
No son humanistas. No dudan. Retroceden, a
veces, pero no dudan. Saben a dónde van y no necesitan que haya alguna
mediación (superan en esto a Martínez de Hoz y/o Cavallo).
Por Gustavo Varela
“No son
la rancia aristocracia del XIX; no son las fieras fascistas del treinta. Se
parecen a los de la Revolución Libertadora (los antiperonistas se parecen,
cualquiera sea la filiación política o ideológica).
Pero estos de ahora son definitivamente otra
cosa.
Varias, no una, pero lo que más son es mostrarse
y ser eficientes (por eso mismo son patoteros).
En la política son de genealogía corta, de fines
de los años setenta y comienzos de los ochenta: finanzas y era digital.
O sea, máquinas de producción y resultado.
Ni Roca, ni Agustín P. Justo, ni Frondizi. Ni
Onganía, ni De la Sota, ni Cobos. Eso es carne vieja.
Los de ahora son buitres de carroña actual. No
son de derecha: no es ese el rango que los mide.
Son otra cosa, neo-empresarios, de bicicleta,
aire libre y viernes casual.
No tienen país de origen, no les importa la
Argentina.
Pueden vivir aquí o en cualquier lado.
No son conservadores ni ilustrados.
Son gentes a pura eficiencia y con muchos
recursos técnicos.
No tienen cultura, apenas aquella necesaria para
el desplazamiento.
En general son iletrados, de bostezo fácil
frente a un libro.
Tienen preocupación por las formas, porque es
parte del mismo asunto.
Formas superficiales, de packaging de felicidad
y armonía, de cartel en el subte que dice: Si alguien se siente mal,
ayudémoslo.
Lo obvio se convierte en slogan.
Este marketing de vida sana y comprensión es la
exudación de la economía política que sostienen.
Son corporaciones que negocian.
Ni fábricas fordistas ni empresa familiar.
Estas corporaciones no tienen dueño, los excede.
Son más grandes las acciones que la voluntad
individual de un dueño.
Por eso no importa si es Macri o quién sea.
Macri es un muy buen exponente, sí, pero el
asunto es más amplio, de inscripción internacional, de lazos más complicados,
de intereses cruzados.
Tienen entrenamiento en el exterior, todos bajo
el ala de las finanzas; son eficaces, muy eficaces para lo que quieren.
Insisto: no son la derecha ni son conservadores.
Son neo.
Pura demolición a fuerza de anticipación
financiera.
Neo, no es ambición sino procedimiento: es la
forma de operación sobre los otros.
La eficacia no admite caras, ni parentescos, ni
pertenencia grupal.
Cuando hablan de equipo es porque los vínculos
responden a esquemas funcionales.
Son cuerpos de abrazo rígido, de compromiso con
la tarea y nada de comunión.
Es un equipo gélido.
Por eso se abrazan como repeliéndose.
La forma de operar sobre los otros es bajo una
apariencia (amenaza) de modernización permanente.
El Ministerio de modernización es la
institucionalización del dominio financiero por encima de cualquier otra razón.
No son humanistas.
No dudan.
Retroceden, a veces, pero no dudan.
Saben a dónde van y no necesitan que haya alguna
mediación (superan en esto a Martínez de Hoz o a Cavallo).
No tienen un proyecto de país.
No les importa.
Son lo más agudo del capitalismo, su bisturí más
impiadoso.
No es un nombre.
Son otra cosa: una raza política nueva que casi
no conocemos”.
* Filósofo especialista en Historia Política.
Fuente: Nac & Pop